Me gusta el sonido de la máquina de café por las mañanas en compás con el golpe de las tazas de cualquier cafetería.  Me gusta sentir cómo se va alejando la risa de las personas cuando estoy cerca al mar y cierro los ojos.  Cuando él me dice mi amor. Me gusta bailar en una fiesta con amigos en coreografía, el otoño y las mañanas frías, pensar sola acompañada de un buen croissant caliente por las tardes, el silencio armonioso cuando despierto; un viaje por carretera, no muy largo, pero que siempre sea con dirección al mar.  Me gusta una buena cerveza helada, cuando un día de esfuerzo ha terminado.

No me gusta los apretones de manos con un mano trémula y sudorosa, el pan del día anterior, los chistes irónicos de hombres o mujeres, las canciones de Ricardo Montaner, el café instantáneo. No me gusta dormir siesta cuando hace calor o los sábados por la tarde. No me gusta ver perritos en coches de bebés, me confunde. No me gustan los peluches ni la rosas para demostrarme lo mucho que me amas, tampoco los halagos de las personas que no me conocen, no tienen idea.